La muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero plantea la pregunta inmediata de quién lo sucederá al frente del gobierno. No solo se esperaba que Raisi sucediera al líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, sino que su muerte también tiene consecuencias para el futuro de uno de los cargos más poderosos de Oriente Medio.
¿Cuál es la diferencia entre Líder Supremo y Presidente?
El Líder Supremo, también conocido como “Velayat-e Faqih” en la teología islámica chiíta, es el gobernante supremo de Irán y es responsable de tomar todas las decisiones importantes relacionadas con el Estado. El Líder Supremo, un cargo establecido después de la Revolución Islámica de 1979, es también jefe de Estado y comandante en jefe.
Solo los hombres pueden ser elegidos para el puesto. De acuerdo con el tipo de ley islámica que se implementa en Irán, tiene que ser entregada a un teólogo chiíta de alto rango, que debe estar al menos en el rango de ayatolá, aunque se discute si el propio Jamenei llegó alguna vez a ese nivel.
Mientras tanto, el presidente de Irán es el jefe de la rama ejecutiva del país y es elegido en un proceso electoral estrictamente controlado cada cuatro años. El presidente dirige el gobierno y, dependiendo de los antecedentes políticos y la fuerza de esa persona, puede acumular una gran influencia sobre la política estatal y la economía.
¿Qué pasa ahora?
De acuerdo con la Constitución de Irán, tras la muerte del presidente, el primer vicepresidente asume el liderazgo temporal. Junto con el presidente del poder judicial y el presidente del Parlamento, celebran nuevas elecciones presidenciales en un plazo de 50 días. En este caso, parece seguro que el líder temporal será Mohammad Mokhber, un ex oficial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y ex jefe de un fondo de dotación que cuida los activos de la República Islámica.
En un aparente esfuerzo por disipar cualquier preocupación pública sobre la estabilidad del gobierno, Jamenei habló sobre la ausencia de Raisi el domingo por la noche, incluso antes de que se confirmara su muerte, y dijo que la gente no debería esperar ninguna interrupción en la forma en que se administra el país.
¿Qué impacto ha tenido la muerte de Raisi en Irán y en la región?
Una de las grandes preguntas que plantea la muerte de Raisi es cómo su ausencia podría afectar la batalla sobre quién sucederá a Jamenei como líder supremo. Esta es una pregunta que preocupa a académicos, funcionarios y analistas a medida que Jamenei envejece.
La muerte de Raisi también podría tener consecuencias para la relación de Irán con el resto de la región. Irán apoya a una serie de grupos “apoderados”, los más poderosos de los cuales luchan contra Israel. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria tratará de asegurarse de que los enemigos de Irán no aprovechen un momento de agitación social. Raisi también ha supervisado un período de lazos más estrechos con los países del Golfo Pérsico, incluidos Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y aunque es probable que la política continúe, cualquier nuevo líder puede tener prioridades diferentes.
¿Quién es el siguiente en la línea de sucesión para ser el Líder Supremo?
En la complicada y muy cerrada estructura política de Irán, prácticamente no hay espacios oficiales o públicos donde se discutan abiertamente las cuestiones sobre el reemplazo de Jamenei. Pero analistas, funcionarios y académicos cercanos a la clase política han mencionado durante mucho tiempo tanto a Raisi como al hijo de Jamenei, Mojtaba, como los principales candidatos.
La muerte de Raisi significa que ahora se verá que Mojtaba tiene un camino despejado hacia el puesto más alto. Pero eso también sería un nombramiento arriesgado. Irán tiene un legado difícil con el concepto de gobierno heredado: los líderes de la Revolución Islámica de 1979 se opusieron vehementemente a cualquier tipo de sistema que se pareciera a la monarquía que derrocaron.
La popularidad de Mojtaba tampoco ha sido puesta a prueba, dado que no ocupa ningún cargo gubernamental y no se le ve públicamente con mucha frecuencia. El Líder Supremo necesita al menos dar la impresión de tener un apoyo auténtico de las masas que apoyan el sistema religioso actual si quiere tener algún tipo de legitimidad.